lunes, 14 de junio de 2010

La ciudad no es para mi



Para los que sobrepasamos la treintena Bombay tiene reminiscencias de paraiso, gracias a Mecano y a la aterciopelada voz de Ana Torroja. Sin embargo, habia leido y oido lo suficiente sobre la ciudad para saber que no lo era, al menos nada que ver con el concepto de paraiso de aguas turquesas, arenas blanquecinas y contornos de palmeras que habita en el imaginario popular. Aun asi, animado por la guia de viajes que posicionaba a Bombay como uno de los lugares mas destacados de la India, junto a mi natural optimismo (o ingenuidad) esperaba encontrarme con un lugar interesante. Al menos algo. Pues bien, la primera en los dientes. No me llevo ni 48 horas el decidirme a poner pies en polvorosa y dirigirme a Goa como alma que lleva el diablo en el primer tren con hueco para mi. Y Ana, cuando te untes el bronceador imaginate mejor en Benidorm. No hay color. A no ser que tu nocion de paraiso incluya grandes dosis de ruido, trafico, polucion y suciedad, todo ello aderezado con hacinamiento, un calor insoportable y una pobreza obscena.

Y hablando de mundos de color, ilusion y fantasia los tipos estos de Bolibu se llevan la palma. La tipica peli de Bolibu suele ir sobre un chico y una chica superguapos y megacool (Indian style claro) que viven en enormes mansiones resplandecientes rodeados de sirvientes, todos vestidos de manera impoluta y con una tendencia a ponerse a bailar a la menor oportunidad. Por supuesto, el chico y la chica se enamoran y tras superar todo tipo de obstaculos (mientras bailan), se casan (bailando), son felices y comen perdices (sin dejar de bailar). Pues no se ni donde sacan los decorados, a no ser que esten hechos por ordenador. Porque si vas a Jolibu puedes ver facilmente las mansiones y el mundo de color, ilusion y fantasia tiene algun parecido con la realidad, pero en Bombay... Pero mas sobre Bolibu en otra ocasion.

En fin, que si la belleza esta en los ojos del que mira, los mios no contienen mucha o bien se vacian al mirar a Bombay. Y si la capital de Maharashtra es de lo mejorcito que la India tiene que ofrecer en cuanto a ciudades se refiere no queria ver el resto. Asi que llegue a la conclusion de que, al igual que Paco Martinez Soria, la ciudad no es para mi. Al menos en lo que a la India se refiere. La consigna estaba clara: evitar lo mas posible las grandes urbes.

En las semanas siguientes me las apañe para, sin quererlo, recalar en Bangalore una y otra vez, hasta en tres ocasiones. Parecia que fuese a donde fuese todos los caminos pasaban por Bangalore y entre autocar y autocar o entre tren y avion me tenia que quedar un dia en la ciudad. Bangalore es el centro tecnologico de la India y cuenta con 6 millones de almas, la capi de la tan cacareada revolucion informatica india, una especie de Silicon Valley con turbante y poniendose como la moñoño a base de tikka masala. Y por lo que me habian relatado una ciudad llena de parques y zonas verdes y tranquila, asi que el primer dia que la visite tenia algo de esperanza, pequeñita, pero esperanza al fin y al cabo, con sus rulos, su bata de guata y su rodillo de amasar. Lo de tranquila, bueno, quizas de acuerdo con los estandares indios, claro. Pero conforme a estos estandares la calle Preciados el sabado antes de Navidad es un oasis de paz y tranquilidad. U Oxford Street. Asi que tras algun timido intento en mi primera visita por hacer un poco de turisteo por los highlights del lugar, me decidi a pasar el resto del tiempo en la zona de ocio de la ciudad, comprando libros, agazapado en un centro comercial o tomando frappes o shakeratos en cafeterias con aire acondicionado y observando la vida y costumbres de la clase media local. Que si, una porqueria de mochilero. Como dijo Fernando Fernan Gomez: "¡A la mierda!".

Haciendo el indio con un flamante talik,
Bangalore

Aun con todo cuando cogi el avion (desde Bangalore, como no) a Delhi para encontrarme con Helena volvia a tener una diminuta esperanza, aporreandome en la cabeza con el rodillo de amasar, de que esta vez si, a la tercera va la vencida, Delhi me iba a gustar. Irredento iluso que soy. Esta vez la culpa la tenia City of Djinns un libro de William Dalrymple, reputado escritor ingles y autor de referencia en lo que a asuntos indios se refiere, en el que narra su experiencia de un año en Delhi, repasando su rica historia, y donde deja claro su pasion por la ciudad. Es inevitable, al ir leyendo el libro, el querer visitar la capital india.

La Espe se desvanecio con sus rulos a las primeras de cambio segun salimos del aeropuerto y nos ibamos acercando en el viejo Ambassador al ver la nube marron de polvo y polucion que envuelve la ciudad. Ni en Bangkok, ni en Sao Paulo, ni en Mexico DF habia visto algo parecido. Se nota el aire enrarecido al respirar y cuando, un dia despues, se puso a llover, la lluvia ¡manchaba los coches! o nuestras gafas. La parte buena es que no hace falta crema solar, apenas se podia ver el sol debido a la jodida polucion.

No se cuantas horas tardo Helena en juntarse al club de Paco Martinez Soria, pero pocas. El primer dia desechamos lo de ir a dar un paseo. Como no hay aceras o, cuando las hay, estan atiborradas de cachivaches de las tiendas o gente, tienes que caminar por el asfalto, actividad bastante enervante con vehiculos rozandote a toda velocidad y todo el mundo pitando. Se dice que en la India no hay reglas de trafico. Si las hay y bastante claras, todo el mundo las conoce y respeta. Los camiones tienen preferencia sobre los autobuses, los autobuses sobre los coches, los coches sobre los rickshaws, estos sobre las motos, las motos sobre las bicis y todos sobre los peatones. Simple. Ademas, cuanto mayor el vehiculo, mas sonoro el claxon, de manera que tu, como buen indio, vas tocando la bocina todo el rato y solo te tienes que preocupar si oyes un pitido por encima de tu propio pitido. Entonces alguien tiene preferencia sobre ti. Ten cuidado. Si no lo oyes el otro vehiculo es mas pequeño y es el el que tiene que tener cuidado. Al tocar el claxon la obligacion del peaton es apartarse, tu has cumplido con tu deber y has avisado, si el imbecil que va a pata no se aparta y cae a las ruedas de tu camion es problema suyo. Hay quien no le tiene aprecio a la vida. Ellos veran. Imbeciles sobran.

El metro no esta mal, quitando el momento en el que los que salen del vagon tienen que pelearse con los que entran. Aqui tambien cuanto mas grande y fuerte seas mejor.

La ventaja de Old Delhi es que no estan permitidos los vehiculos a motor. No caben. Aun asi es dificil moverse entre el amasijo de gente y rickshaws a pedales. Aunque reconozco que el sitio puede tener su encanto. Pero es un tipo de encanto del que yo ya, a estas alturas, estaba un poco cansado y a Helena no le hacia ni pizca de gracia. Por cierto no hemos hablado del acoso que en el subcontinente sufren las chicas occidentales, no importa lo tapadas y pudorosas que vayan. Aun yendo con compañia masculina las miradas sucias estan ahi (y que triste es el "aun" de esta frase). Eso si la comida fue deliciosa.

Asi que al dia siguiente alquilamos un coche con conductor para todo el dia y nos dedicamos a hacer un tour por lo mas destacado del lugar, ya mas comodamente. Pero ni el Red Fort, ni la tumba de Humayun, ni el India Gate nos llegarian a encandilar. Asi que, el dia despues, agitando un pañuelo blanco pero sin lagrimas en los ojos nos despedimos de la ciudad, un dia antes de lo previsto.

Volvimos a la semana siguiente, tras visitar Agra, Jaipur y el parque nacional de Corbett (aun recuerdo la frase memorable del guia ­­"Hey, look! to the right! chickens!", casi, casi como el Ngorongoro vamos), ya que Helena tenia el vuelo de vuelta desde alli. Esta vez decididos a refugiarnos en centros comerciales (es triste de decir pero asin es) y apurar los ultimos momentos juntos tranquilamente.

Helena estaba haciendo un libro de fotografia sobre el viaje y, como apenas tenia fotos, el dia en el que cogia el avion de vuelta madrugamos y nos fuimos a dar una vuelta por las cercanias del hotel. En una zona no muy lejos del hotel (que no estaba en un mal barrio) nos encontramos con un paisaje mas propio de una ciudad bombardeada que de la capital de un pais llamado a ser, segun dicen, una potencia mundial en no mucho tiempo. A lo largo de calles enteras las fachadas habian sido demolidas desde la calle, llena de escombros, se podian ver las tripas de las casas, en las que aun vivia gente. Mientras, la vida sigue. El barrio se estaba desperezando y todavia habia lugareños durmiendo en la calzada o, mas bien, entre los escombros. A pie de calle podiamos contemplar mujeres cocinando en los pisos superiores de las casas sin cerramientos, un barbero afeitando a un cliente... escenas cotidianas a la luz publica En este mundo sin intimidad, sin paredes, en el que la calle es patio de butacas de una polvorienta Rua del Percebe y, al mismo tiempo, escenario pronto llamamos la atencion y todas las miradas se dirigen a nosotros. Los vecinos enseguida nos piden que les saquemos fotos al ver la camara de Helena, la gente es amable y abierta. Comunicandonos en ingles (mi hindi todavia no pasa del Namaste -hola-) un poco a trompicones me cuentan (bueno es lo que entiendo), que como parte de un plan de urbanismo del gobierno todas las casas que, ilegalmente, habian excedido la linea de fachada autorizada tienen que retranquearse, lo cual implica demoler todo el cerramiento frontal, por las buenas o por las malas...

Despues de marcharse Helena paso dia y medio (lo que tardo en conseguir un asiento en un autocar con direccion a Himachal Pradesh) en Paharganj, el barrio donde se alojan los mochileros. Alli me encuentro el mismo paisaje pero a gran escala: calles llenas de escombros, edificios semidemolidos, multitud de obreros con martillos descuartizando las fachadas, ladrillos, cristales y hierros cayendo a la calle en la que no hay ninguna proteccion para los transeuntes y polvo por todas partes. Y, aqui tambien, la vida sigue.

Que sabio eres Paco.

Rua del Percebe

¿Beirut? Pues no

2 comentarios:

  1. "el acoso que sufren las chicas occidentales aun yendo recatadas"...aunque yo a veces no lo iba tanto (bueno, para estandares indios, hombros deacubiertos, un escote discreto...un escandalo!). Que mania tiene algunos paises con el recatamiento oye, a 46 grados lo que menos le apetece a una es recatarse!

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  2. Desvergonzada!

    (Pero incluso los dias que ibas tapadita cual monja de clausura las miradas sucias estaban ahi)

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