lunes, 19 de abril de 2010

Y otro dia cualquiera (entrada en Namibia)

Tanto Namibia como Botswana estan escasamente poblados. Botswana, con una superficie superior a la de Espana, cuenta con millon y medio de habitantes, mientras que Namibia, con una extension algo inferior a Alemania y Francia juntas, tiene cerca de dos millones. Ambas cuentan con enormes extensiones de zonas deserticas, semideserticas y savana y los nucleos de poblacion, escasos, se encuentran separados enormes distancias unos de otros. Quizas debido a ello, y al hecho de que mucha gente se pueda permitir coche propio, el transporte publico es, al igual que el sentido del humor en Suiza, una mierda, en el mejor de los casos, o inexistente, en el peor (o viceversa, no lo se muy bien).

Me encontre que para ir a Windhoek, la capital de Namibia, desde Maun, no habia servicio de autocar. Se podia hacer la mayor parte del recorrido enlazando autocares, pero con tramos sin servicio, por lo que se recomendaba hacer autostop desde Maun. En los dos paises hacer autostop es bastante habitual, aunque, normalmente, se paga el equivalente a la tarifa de autocar.

Asi que, el dia 8 por la mañana, en cuanto el sol hizo acto de presencia, me enrosque la boina, me ate los machos, ice la mochila cual Perurena en fiestas de Renteria y me subi al autocar hacia Ghanzi, a mitad de camino de la frontera con Namibia, en donde cogeria otro bus que me dejaria en la aduana. A partir de ahi tendria que hacer dedo.

Una de las ventajas de Botswana con respecto a los paises africanos que habia recorrido previamente es que puedes mover los dedos de los pies durante los desplazamientos en bus (lo de añadir un digito en donde pone la capacidad del vehiculo en numero de pasajeros y meter gente y gallinas a la mecaguen es parte del folclore en estas geografias), lo cual es de agradecer mirando a los ojos y con la mano en el corazon cuando te tienes que pasar 12 horas de viaje en ellos. De Maun a la frontera hay unos 500 km y Ghanzi, de hecho, es la unica poblacion que nos encontramos en todo el tramo. El resto del tiempo una sucesion de bosque bajo y savana transcurre infinita tras los cristales del autocar, salpicada de rebaños de vacas y cowboys negros a caballo. Bob Dylan resulta un mas que aceptable compañero de viaje. De vez en cuando el vehiculo se para y un pasajero se baja en el medio de la nada mas absoluta.

Empiezo a abandonar la idea de hacer dedo cuando veo que vamos a llegar a la frontera con la puesta de sol y, sinceramente, no me encuentro comodo haciendo autostop de noche. Pregunto a mi vecino, un hombre mayor de color, con dientes, cadenas y reloj de oro, americana y sombrero, que no desentonaria en una jam session de New Orleans tocando el saxofon junto a Johhny Lee Hooker, sobre las opciones de alojamiento en la frontera. Me da buenas y malas noticias. Las malas noticias son que no hay. Joder, esto se complica. Las buenas que cualquier vecino me va a permitir dormir en su casa. Me veo durmiendo en la calle, lo cual no me llena precisamente de jubilo. Para acabar de rematar la faena el motor del autocar decide ponerse en huelga a 10 km de la frontera. Bueno al menos eso es lo que nos dice el conductor, pero me parece un poco extraño que el motor se estropee justo en la primera gasolinera que vemos en 150 km tras aparcar suavemente en una lateral. Asi que con el ceño fruncido y preguntandome cuales son las probabilidades de conseguir a alguien que me lleve, cuando ahora somos 16 tios los que hacemos dedo, por no hablar de las pintas de indigente que me gasto ultimamente, me acerco a la carretera mientras el sol se empieza a poner en el horizonte. Y ahi es cuando Dios, mesandose las barbas, decidio echarme una mano (os recuerdo que Dios me ama) y envio un minibus vacio que, casualmente, se dirigia a Windhoek. Justo en el momento que ponia el pie en el arcen de la carretera el minibus se detuvo con la puerta abierta justo delante mio, mientras me parecia oir un coro de angelotes celestiales cantando a capella y discernir unas alitas blancas asomando por encima del hombro del conductor. El autocar estropeandose y un minibus pasando por alli al mismo tiempo (cuando no hay mucho trafico por estos lares) me parecia un poco demasiada coincidencia (se paga por el trayecto). Suspicaz que es uno, pero a mi me vino de perlas, y llegue a Windhoek, sano, salvo y moviendo la colita (no, esa no) a las 9 de la noche.

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