En la costa de Namibia, a 280 kilometros al oeste de Windhoek, se encuentra este pintoresco pueblo de marcadas reminiscencias alemanas. A pesar de que fue en la conferencia de Berlin, en 1884, donde las potencias europeas se repartieron Africa Namibia fue uno de los pocos paises que acabo en manos alemanas (la parte del leon se la llevan Gran Bretaña y Francia). De hecho solo a regañadientes von Bismarck acabo inmiscuyendose en el Namib.
Ademas de seguir a pies juntillas la muy enraizada tradicion europea de hacerle la puñeta a los nativos (los Herero fueron practicamente exterminados) los alemanes dejaron una ristra de pueblecitos repletos de casitas e iglesias en la mejor tradicion arquitectonica germana y un gusto por las salchichas y la cerveza. Quizas el mas representativo de esos asentamientos sea Swakopmund. Con una distribucion en cuadricula, edificios en perfecto estado de conservacion, calles de una limpieza inmaculada y zonas verdes perfectamente ajardinadas, Swakop, como se le conoce por aqui, parece mas suiza que alemana, siendo los suizos los unicos seres de dos patas a cuyo lado los alemanes son unos chapuceros y zarrapastrosos.
El backpackers donde me alojo es el centro de la vida nocturna de la ciudad y, como es sabado, esta a reventar. Alli me encuentro a Ivan, un gallego de As Pontes con mas pinta de australiano surfero pirado que de otra cosa (nada mas verle empiezo a escuchar a los Beach Boys, no se muy bien si solo en mi cabeza). Ivan tambien esta dando la vuelta al mundo, aunque le quedan unos diez dias para volver a casa y esta un poco alicaido tras estar en California, Hawaii, Fidji, Nueva Zelanda, Australia y, ahora, Africa, trabajando aqui y alla buscando la ola perfecta. Porque, efectivamente, Ivan es surfero.
El dia siguiente me lo paso paseando por la ciudad, la cual, con sus boutiques de moda, tiendas de diseño, galerias de arte, cafeterias y restaurantes, todo de una pulcritud inmaculada, parece un retiro vacacional para jubilados acomodados. En la costa un mar cabreado da lenguetazos a una minuscula franja de arena. Unos cuantos valientes con tablas de surf tratan, con poco exito, de domar las olas. Siguiendo la costa llego hasta las dunas rojizas que rodean la ciudad. Me encaramo a una y me paso la tarde leyendo en lo alto. La ciudad y la carretera, ambas lejanas, son las unicas señales de vida en medio del mar de dunas con el oceano de fondo. Escucho
Eleanor Rigby de los Beatles una y otra vez, no puedo pensar en ninguna otra cancion mas adecuada para el entorno donde me hallo.
Swakop tiene, ademas, una gran oferta de actividades para los que necesiten un chute de adrenalina. De lo que hay en el menu lo que mas me pone es sandboarding, asi que, a la mañana siguiente, me enfundo mis gayumbos de la suerte, y para alla que voy. Nos llevan al pie de una enorme duna en las afueras. Hay dos modalidades: de pie y echado. De pie viene a ser como snowboarding (se usan las mismas tablas), pero hay que marcar mas los movimientos ya que hay mas friccion con la arena que con la nieve, tambien es mas sencillo y las caidas son menos dolorosas, lo que mi cuerpo agradece bastante. Estoy con un nutrido grupo de noruegos, que si pasan de la veintena lo llevan de incognito. Los malditos descienden la duna como si hubieran nacido con una tabla en los pies. En fin ya volveran a su pais a congelarse las pelotas. Ademas, no es que sea muy dificil dejarme en evidencia haciendo snowboarding. Por suerte hay tambien un trio de indios que estan tan comodos encima de una tabla como un japones en traje de luces. Me siento mucho mejor. Tanto que, lanzado, me atrevo a saltar en la rampa que hay a tal efecto. Tras lo cual la vuelta arriba cojeando se hace interminable.
La otra modalidad consiste, basicamente, en lanzarse duna abajo echado en una tabla de contrachapado con los piños por delante. ¿Parece una chorrada eh? Pues se alcanzan velocidades de 70 km/h, lo cual, con los piños a ras de suelo viene a ser bastante. Tras frenar a la mecaguen me levanto muy dignamente (cada uno se baja de la tabla como quiere) mientras compruebo con la lengua que conservo todos los dientes intactos. Me paso escupiendo arena el resto del dia.
Muy bien. Ya tengo mi chute de adrenalina. Ahora al bar.
Nada mas volver al pueblo, me tropiezo con Valentino a quien conoci la noche anterior. Es el pincha del bar de backpackers, quien cuando no esta pinchando, o jugando rugbi para el equipo nacional namibio, se dedica a hacer piruetas en caida libre tras tirarse de un avion. Mientras le estoy dando una paliza a los dardos llega Ivan. Ivan esta viajando con un overland truck en direccion a Ciudad del Cabo, parten al dia siguiente y decido incorporarme al camion. Mi siguiente destino es Sossuvlei y para llegar alli no hay transporte publico. Contaba con juntarme con los alemanes que me habia encontrado en Malawi para llegar alli en coche alquilado, o bien con Charles y Ellen, pero los unos se han demorado mas de la cuenta en el norte de Namibia y los otros se han ido antes de que les contactara. La opcion de ir a traves de un tour organizado es ridiculamente cara asi que la opcion del overland truck es bastante apetecible.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Overland truck, suena interesante... Hoy tras cuatro vinos y dos copas con Angelillo, se abre la posibilidad de una joint-venture viajera por Asia. Una pena que probablemente solo los efluvios del alcohol (de calidad... eh!!!) sean los culpables de esta quimera.
ResponderEliminarSe te echa de menos.
Cuidate, tengo pocos amigos...
PD - Por si no te has enterado, elejor equipo de todos los tiempos, si ese con el jugador de playstation, ha palmado en semifinals de la champinonsleague con unos italianos cuya única virtud ha sido colocar un tubus en la portería...mecachis...
Pues si, me ha dado mucha pena a mi tambien y Mourinho hasta me empieza a caer bien...
ResponderEliminarQuizas tengas que guardar algunas copillas para Elisa y tener el permiso de viaje preparado para firmar just in case.. (que dura que eres Eli :)
Me cuido, me cuido. Gracias Alvaro