Hoy he llegado a Máncora, al norte de Perú, un pueblo de playa donde los limeños de clase media vienen a ponerse morenos y a descansar. Justo lo que a mí me hace falta tras una semana pateando y haciendo el cabra por la Cordillera Blanca. Aprovecho, además, la oportunidad ya que no creo que vuelva a estar en un sitio con playita y buen tiempo en lo que resta del viaje.
Es temporada baja así que no me cuesta encontrar una habitación en primera línea de playa por el equivalente a cinco eurillos. Nada más dejar los bártulos me voy a hacer un poco de jogging sobre la arena. Esto es lo que me encuentro.
Un pez globo.
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